LA ILUSTRACIÓN
LOS AVANCES TECNOLÓGICOS
La ciencia en el siglo XVIII experimentó
grandes avances en todas las ramas del saber. La característica principal de
este periodo fue la necesidad de aplicar las innovaciones y los descubrimientos
científicos en la mejora de las condiciones de vida de los individuos a través
de la tecnología y los inventos prácticos.
La tecnología para la
producción
Los nuevos inventos fueron la base del
desarrollo de la futura Revolución Industrial. Así, por ejemplo, la máquina de vapor creó la posibilidad de emplear
una fuente de energía tanto en bombas para desaguar
minas inundadas como en máquinas para hilar,
tejer y desmotar algodón. La utilización del carbón
tostado (“coque”) para fundir hierro
evitó, a su vez, que siguieran talándose bosques en Inglaterra para usar la
leña como combustible.
Los avances en biología
La preocupación por medir y cuantificar
llevó a la invención del termómetro de mercurio para tomar la temperatura del cuerpo
humano y de la escala centígrada para medir la temperatura ambiental; asimismo,
se empezó a utilizar el sistema métrico decimal
(litros, kilogramos y metros). Los avances en química, medicina y ciencias
naturales también fueron muy importantes. Antoine
Lavoisier creó la nomenclatura química.
El sueco Carlos Linneo elaboró una clasificación de vegetales y animales usando
el latín. Edward Jenner descubrió en 1796 los
principios para combatir una enfermedad muy contagiosa: la viruela.
Las innovaciones
en el transporte y las comunicaciones
En 1783, los hermanos Joseph y Jacques
Montgolfier idearon globos aerostáticos
impulsados por aire caliente que podían llevar tripulantes en una barquilla.
Por otro lado, la creación de un “cajón neumático” permitió crear zonas secas
en el lecho de los ríos para construir el basamento de los puentes, mientras se
difundía la construcción de canales.
LAS REFORMAS ILUSTRADAS
Algunos monarcas europeos implementaron
reformas inspiradas en las ideas ilustradas. Sin embargo, continuaron
reprimiendo las demandas por una mayor libertad y participación del pueblo en
las decisiones del Estado; por ello, fueron llamados déspotas
ilustrados. Su filosofía se resume en la frase: “Todo
para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Las
políticas reformistas abarcaron estos ámbitos:
·
La administración.
Dentro de la burocracia estatal se fomentó la centralización y la uniformidad
de las instituciones, así como la promoción de funcionarios técnicos sin
distinción por su origen social.
·
La economía. Se
realizaron reformas como la liberación de la propiedad y la libertad del
comercio, debilitando así el intervencionismo de las corporaciones. Asimismo,
se impulsó la colonización de nuevas tierras y el fomento de la industria.
·
La educación. Se
amplió la educación a las clases populares mediante la creación de nuevas
instituciones, orientándolas hacia las ciencias con aplicación práctica en la
producción. Además, se apoyó la investigación y se fundaron sociedades
científicas.
·
La religión. Se
aplicó una política de tolerancia religiosa. Asimismo, el Estado buscó ejercer
un mayor control sobre la Iglesia (regalismo). Esa tendencia no resultó difícil
en los países protestantes y ortodoxos, cuyas iglesias eran nacionales. En los
países católicos, en cambio, se produjeron enfrentamientos con el papado, lo
cual dio origen a medidas drásticas, como la expulsión de los jesuitas.
El uso político del pensamiento ilustrado
Para
los déspotas ilustrados, las ideas ilustradas también eran útiles en un sentido
más amplio. Además, del progreso económico y social, los reyes deseaban avanzar
en el proceso de concentración de poderes. La crítica que hicieron los
ilustrados a los sectores privilegiados resultaba útil para acabar con algunos
aspectos que todavía escapaban al control real, como la falta de contribución
económica de la nobleza y el clero, la independencia de la Iglesia o los
privilegios de los gremios. Algunos monarcas trataron de limitar el poder de
estos estamentos privilegiados, pero no deseaban eliminarlos porque los
consideraban
LOS DÉSPOTAS
ILUSTRADOS
Los reyes tenían entre sus objetivos la
evolución de sus sociedades bajo el control y dirección de la monarquía, sin
contar con el resto de la población. Por eso, a pesar de que aplicaron algunas
ideas provenientes de la Ilustración, mantuvieron el sistema político del
absolutismo. El despotismo ilustrado se desarrolló en algunos de los
principales Estados europeos:
· Rusia. En
este extenso imperio, la emperatriz Catalina II la Grande secularizó los bienes
de la Iglesia y fomentó el desarrollo industrial construyendo una fundición de
hierro y cobre en la región de los Urales. Además, estableció la tolerancia
religiosa, incluso para los jesuitas, que por aquella época eran perseguidos y
expulsados de varios reinos. Sin embargo, no aplicó muchas reformas políticas.
· Prusia. En
este Estado, el más poderoso de Alemania, el rey Federico II renovó el ejército
y la administración, estableció la tolerancia religiosa y reorganizó la
administración judicial. Además, fomentó la cultura y cultivó la amistad de
filósofos, como Voltaire, y el gusto por la cultura francesa. Federico II fue
el rey europeo que aplicó con mayor rigor el despotismo ilustrado; expresó su
desacuerdo con la idea de que Dios había entregado a los soberanos el cuidado
del pueblo. Por el contrario, el rey debía servir a sus súbditos
· Austria.
Este imperio abarcaba una diversidad de naciones y culturas. La emperatriz
María Teresa y su hijo José II limitaron los abusos de los nobles, abolieron la
servidumbre personal, aseguraron la tolerancia religiosa y sometieron a la
Iglesia católica al control del Estado.
· España.
Durante el gobierno de Carlos III se aplicaron una serie de reformas que
trataron de hacer más eficiente la administración del imperio. Entre ellas, se
suprimieron algunos impuestos, se reordenó el sistema de recaudación, y se
propició el mejoramiento de las industrias y la agricultura.
· Portugal.
Bajo el gobierno del rey José I y de su ministro, el marqués de Pombal, se
aplicaron reformas que afectaron sus dominios coloniales en Brasil. En el resto
de Europa hubo excepciones. En Francia, los reyes Luis XV y Luis XVI no
pudieron continuar con las reformas económicas y culturales de Luis XIV.
·
Inglaterra,
bajo una monarquía constitucional parlamentaria, y Holanda, con un sistema
republicano, continuaron siendo los países más liberales de Europa.
A
fines del siglo XVIII se consolidó la hegemonía europea en el mundo. La
expansión europea por el mar integró a sociedades de África y Asia a los
imperios coloniales, y abrió rutas comerciales a las nuevas potencias europeas.
Un elemento decisivo en esta expansión fue el tráfico de esclavos, quienes eran
capturados en África y transportados hacia América, principalmente a Brasil, al
Caribe y a las áreas sureñas de las colonias inglesas en Norteamérica.
ASIA ENTRE LOS
SIGLOS XVII Y XVIII
Mientras en Europa predominaba el
absolutismo, en Asia florecían enormes imperios Doc.
10.
El Imperio otomano
Luego de conquistar Constantinopla, el
Imperio otomano logró un notable auge. Entre los siglos XVI y XVII los otomanos
llegaron a dominar la península balcánica, Oriente Medio y el norte de África.
Durante el gobierno de Solimán II el Magnífico (1520-1566), el imperio alcanzó
su apogeo y amenazó a los Estados cristianos europeos. Ante el peligro que
representaba, se formó la Liga Santa (España, Venecia, los Estados Pontificios
y otros Estados europeos). Esta alianza derrotó a la flota otomana en la
batalla de Lepanto (1571), con lo que se detuvo su avance. Posteriormente, el
Imperio otomano entró en una fase de decadencia por una sucesión de sultanes
incapaces dominados por sus visires (ministros) y sus esposas. En el siglo
XVII, los otomanos volvieron a amenazar Europa, e incluso llegaron a sitiar
Viena en 1683. Sin embargo, desde entonces, poco a poco cedieron territorios
ante el empuje de los imperios austriaco y ruso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario